viernes, 8 de noviembre de 2013

Contraargumento

En efecto, el matrimonio no es una institución meramente “convencional”; no es el resultado de un acuerdo o pacto social. Tiene un origen más profundo. Se basa en la voluntad creadora de Dios. Dios une al hombre y a la mujer para que formen “una sola carne” y puedan transmitir la vida humana: “Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra”. Es decir, el matrimonio es una institución natural, cuyo autor es, en última instancia, el mismo Dios. Jesucristo, al elevarlo a la dignidad de sacramento, no modifica la esencia del matrimonio; no crea un matrimonio nuevo, sólo para los católicos, frente al matrimonio natural, que sería para todos. El matrimonio sigue siendo el mismo, pero para los bautizados es, además, sacramento. Es claro que el matrimonio, para cualquier miembro de alguna religión, es sagrado y debe cumplir las exigencias del Dios que veneran, pero el matrimonio no solo es poblar la tierra, es aquel acto simbólico en el que dos personas, que se aman, deciden compartir vivencias por el resto de sus vidas y esto no quiere decir que solamente lasmparejas conformadas entre un hombre y una mujer puedan tomar dicha decisión. Como lo demuestran las declaraciones de senadores como Gerlein Gómez y Édgar Espíndola, la base de la desigualdad que ellos dirigen se encuentra en argumentos netamente confesionales.

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